Un hombre va con su mujer en un bus. Ella se apoya en la ventanilla y duerme. Sube al bus una mujer con una niña y se dirigen hacia los asientos de atrás. El hombre estira el brazo y con la mano le toca, tiernamente por encima del pantalón, la vagina. La mujer lanza un grito y le pega una bofetada. El hombre se soba y se disculpa. La mujer, furiosa, sigue mentándole la madre. Se forma un alboroto y la mujer que va recostada a la ventana despierta. ¿Qué pasó? —le pregunta al hombre—. Nada, que toqué a la señora sin querer y se molestó. Ese hombre es un sinvergüenza, un maniático sexual —grita la señora. ¿Qué le hiciste? —vuelve a preguntar la mujer—. Ya te dije, la toqué sin querer y se molestó. No fue sin querer —dice uno de patillas y recia musculatura— yo vi cuando descaradamente tocaste a la señora. Y dirigiéndose a la mujer: Señora, si ese es su esposo, será mejor que lo lleve al siquiatra o que… ¿Así que tú hiciste eso? Pues te bajas inmediatamente y te vas a tocar a todas las mujeres que quieras. En la tarde puedes ir a recoger tus cosas, que te las voy a poner en la puerta.
El hombre ni siquiera replicó. Pidió la parada, pagó los dos pasajes y bajó. La mujer volvió a recostarse a la ventanilla y continuó durmiendo como si nada hubiera pasado. Parecía más bien que se había desembarazado de algo molestoso.
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© 2008, Juan Antonio Gómez
Tomado de "El escritor de ficciones" (INAC, Panamá, 1993)
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