Se frotó los ojos tratando de desafiar la luz hiriente que venía de un sitio incierto. Miraba al frente, atravesando un nido de pestañas, una pared, otra, otra, y finalmente, disparó el último grito de su revólver. El humo de la pólvora, se llevó el dolor de aquella luz y le hizo libre para siempre.
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© 2008, María Eugenia Caseiro
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3 comentarios:
La luz duele,
la pólvora libera...
El ruido ciega
y el sentido se duerme
al arrullo del revólver...
Muchacha MARIU, esto me has provocado con este relato, miniTEXTO
Songo, hermano. Gracias por visitar miniTEXTOS. Y a María Eugenia, igual que a los otros autores, gracias por las piezas que comparten.
Saludos.
songo y josé luis^ gracias
búhamente^^^
m.e.
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