La sombra decidió, por fin, lanzarse sobre el objeto que la proyectaba, cansada de existir subordinada, anónima y de intentar en vano ejercer su albedrío. Siempre lateral, oblicua, pisada sin ser vista y bidimensional; siempre oscura y, a la vez, larga, gorda, chata, filamentosa o imperceptible; siempre dependiente del sol, de focos, velas, linternas o fuegos. Nunca ella misma, nunca un gesto propio y autónomo.
Desplegando todo su cuerpo, dio un salto felino y arropó al objeto, sofocándolo hasta dejarlo inerte. Sintió, por primera vez, que podía moverse a su antojo, estirar los miembros, girar sobre sus pies, desplazarse. Sólo basta huir de la escena del crimen.
Pero al iniciar su ansiada carrera hacia la libertad se fue deshaciendo a pedazos, atravesada por la luz.
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© 2008, Manuel Orestes Nieto
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3 comentarios:
Luz, muerte y crimen, ideas recurrentes en esta entrega José Luis!
Y El Gran Poeta MANUEL ORESTES, nos narra y muy bien
Excelente, original, inteligente...lo reelere con gusto quiza varias veces. Es de esos textos que bien se pueden aprender de memoria.
Noe Baryn.
*Primera linea: lease: releere.Gracias.
N.Baryn
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