Me envolvía en aquella mirada espesa que tan sólo dejaba pequeños escapes, pliegues níveos y trémulos de carne flácida sometida a mi fragor visual. Ella estaba fascinada por mi gran hallazgo, yo únicamente pedía su cuerpo. Después de tanto estudio, pude por fin establecer "la dote vital"; un enjambre de fórmulas que igualaban la cantidad de espermatozoides eyaculados, a la cantidad de neuronas perdidas entre el desarrollo y la andropausia. En pocas palabras: Vive más... Vente menos.
La gratitud de ella hacia mi generosidad presagiaba un derrame de sexualidad comprimida en ropas apretadas, escotes febriles y muslos a medio abrir. Entonces ocurrió:
—¡Mario, sal ya! —era mi abuela golpeando la puerta del baño.
"¡Coño! Tendremos que buscarnos un lugar más romántico", le confesé apenado a mi diestra.
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© 2007, Víctor Paz
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3 comentarios:
Sugerente y maquinador.
O evidente más-turbación?
Saludos Víctor, es bueno ver tus textos acá, ¿cuándo publicas?
jajajaja, inesperado.
jajajajaja, abuela!!!! noooo!!!
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