Estamos hechos de información. El universo entero no es más que información minuciosa que nos llega en forma de estímulos que, en lo más profundo de nosotros, en el centro de nuestro cerebro, convertimos, transmutamos, alteramos irremediablemente al forzarla a pasar a través de ese tamiz de recuerdos, experiencias, locuras y conexiones irracionales que somos. De esa transformación, de esa interpretación, surge la realidad que no nos queda más que narrar u olvidar.
Y una de esas formas de realidad es el recuerdo. La imperfecta memoria que, al extraerla del fondo de nuestra mente y llevarla a ese ámbito mental que creemos elevado y llamamos conciencia, vuelve a ser interpretada, alterada, modificada para poder ser narrada. Y, sin embargo, de la memoria surge todo, porque todo ese flujo interminable de estímulos que constantemente recibimos está ya en el pasado y para narrar debemos siempre recordar. O inventar, lo que en cierto sentido es la misma acción.
Así, al crear un cuento, narramos una memoria inventada. Una colección de fragmentos de muchos estímulos que, en la mente del autor, se congregaron de alguna manera para formar una trama, una historia tan creíble como un recuerdo. Un recuerdo que muchas veces es más largo y complejo que la propia narración, y que a través de la literatura podemos transmitir a otros para que lo hagan parte de su acervo personal de memorias.
Al final, como decía Borges, todo pertenecerá al olvido o la tradición. Los recuerdos, igual que las obras a las que se refería el argentino. Y esta noche, en la que me llegan combinaciones únicas de sonidos y olores, tal vez irrepetibles, en que la textura de la mesa, del teclado, del sofá en que me siento me atacan la piel en muchos puntos, en la que el recuerdo rostros, voces, risas, hechos y fechas se mezclan de una manera insólita sólo porque son sacados del acto de escribir que practico en este lugar y tiempo, es posible que se pierdan para siempre. Un universo que sólo existió como un instante en el fondo de mi mente y que se olvidará sin remedio.
En fin, no más meditaciones personales.
Vamos a lo importante: hoy les presento cuento y poesía de dos autores ya previamente publicados en miniTEXTOS.org y tres que nos ofrecen su obra por primera vez. Ellos son Alexander Zanchez, Renán Alcides Orellana, Alondra Badano, A. Morales Cruz y Lilia Korsi, de Panamá, El Salvador y Uruguay. Espero que disfruten esta edición de miniTEXOS y no dejen en el olvido la invitación a visitarnos en próximo viernes.
JLRP, editor.
3 comentarios:
Cuando practicaba karate, el sensei siempre nos recalcó que en realidad el cumité (combate)era contra la memoria del miedo y con la memoria de todos aquellos golpes que ya habías recibido y que por tanto, podías ahora adelantar.
Muy bien David.
Una curiosidad: también te pelabas cocobolo como el pequeño saltamontes?
Saludos mi amigo,
Jairo.
El primer enemigo a vencer es el miedo (y su memoria) ; el último, la muerte (que borra la memoria o la eternaliza)
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