Eran tres actores. Miraban por la ventana una porqueriza en el patio trasero de una casa vieja y verde. Los cerdos comían sobras de comida: plátanos, tiras de carne, verduras. Uno de los actores miraba a lo cerdos y miraba las nubes que viajaban como bandadas de pájaros por un cielo hinchado como el rostro de un boxeador. Otro actor se reía viendo a los cerdos retozar en el lodo, viendo cómo comían como cerdos. El otro actor, con cara de nostálgico, comenzó a llorar al ver el inmundo mundo de los cerdos hartándose de desechos en el lodo. Entonces uno de los cerdos cayó muerto en la porqueriza ahogado por el intermitente llanto del actor. Los dos actores se quedaron mirando la agonía del cerdo harto de lágrimas de actor. Y pensaron que no eran falsas lágrimas de cocodrilo, sino lágrimas de un actor triste pero verdadero.
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© 2007, A. Morales Cruz.
Tomado del libro "Lejanos parientes indecentes", (UTP, Panamá, 2007).
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2 comentarios:
Este relato me encanta, cómo se adentra en la naturaleza humana, el manejo de lo cotidiano y lo irónico... Morales Cruz escribe muy bien!
como la misma escena es vista desde diferentes mundos...me gusto mucho este cuento.
slds.
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