Esta semana me estremecieron con una macabra noticia. Estremecimiento que, debo decirlo, no se debió a que me afectara personalmente, sino por lo curioso del incidente que me narraron. La noticia me la dio alguien que leyó “Manolo” de Lucy Chau, aquí en minitextos.org, la semana pasada, y fue por ello que me la comentó.
Resulta que un señor, en algún pueblo de provincia de Panamá, llegó a su casa. De cena la mujer le tenía servido un plato con sopa. El hombre la probó y, por algún motivo, no le gustó. Se la sirvió íntegra al perro en el patio de la casa. Al rato, sin terminar la comida, el animal muere. Las gallinas, que no perdonan nada, aprovechan los restos del guiso. Todas siguen a la mascota en su destino.
De alguna manera, que no me queda clara el hombre se da cuenta, quizás al ver a los animales muertos, y la mujer, al enfrentar su fracaso, se suicida tomando de lo mismo que el perro y las gallinas, no sin antes dejar una nota (todos los suicidas parecen escribir una) confesando que había envenenado la sopa con raticida y, había tramado todo... No... No por el cuento publicado en minitextos.org, sino por las traiciones constantes de su marido.
Y aquí es donde me estremece el asunto, y les diré el porqué: siglos de evolución al lado de los humanos han hecho a las ratas animales muy perspicaces, cualquier cosa en la comida que les cause sospecha hace que la abandonen temerosas. Así que los únicos venenos efectivos contra ellas son los que no huelen, los que no saben a nada, los que no levantan suspicacia alguna. Entonces: ¿Cómo supo el marido que la sopa tenía algo?
El cuento de Lucy Chau lo pueden ver [[AQUÍ]].
Resulta que un señor, en algún pueblo de provincia de Panamá, llegó a su casa. De cena la mujer le tenía servido un plato con sopa. El hombre la probó y, por algún motivo, no le gustó. Se la sirvió íntegra al perro en el patio de la casa. Al rato, sin terminar la comida, el animal muere. Las gallinas, que no perdonan nada, aprovechan los restos del guiso. Todas siguen a la mascota en su destino.
De alguna manera, que no me queda clara el hombre se da cuenta, quizás al ver a los animales muertos, y la mujer, al enfrentar su fracaso, se suicida tomando de lo mismo que el perro y las gallinas, no sin antes dejar una nota (todos los suicidas parecen escribir una) confesando que había envenenado la sopa con raticida y, había tramado todo... No... No por el cuento publicado en minitextos.org, sino por las traiciones constantes de su marido.
Y aquí es donde me estremece el asunto, y les diré el porqué: siglos de evolución al lado de los humanos han hecho a las ratas animales muy perspicaces, cualquier cosa en la comida que les cause sospecha hace que la abandonen temerosas. Así que los únicos venenos efectivos contra ellas son los que no huelen, los que no saben a nada, los que no levantan suspicacia alguna. Entonces: ¿Cómo supo el marido que la sopa tenía algo?
El cuento de Lucy Chau lo pueden ver [[AQUÍ]].
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Este es el primer número internacional de miniTEXTOS. No por los lectores, que según el contador nos leen desde todas partes del mundo, sino por los autores: tres panameños, una mexicana y un costarricense que tuvieron la amabilidad de permitirme publicar los textos que hoy comparto con ustedes.
Ellos son Ronald Bonilla, reconocido poeta costarricense; Mariluz Suárez Herrera, dramaturga mexicana de larga trayectoria; Sofía Santim, excelente joven poeta panameña; Carlos Fong, narrador, ensayista, hombre dedicado a las letras; y Lisette Lanuza Sáenz, cuentista. Ninguno de ellos requiere introducción salvo esta última: Lisette, de casi 23 años, apenas empieza a publicar cuentos en la revista MAGA y en un volumen colectivo que salió a finales del año pasado. Sin embargo, por la calidad de sus narraciones, puedo decirles que su futuro es muy prometedor.
Si desean saber más de los autores, recuerden que cada texto tiene un enlace a las biografías o si prefiere ver todas las de este número, lo puede hacer [[AQUÍ]].
En fin, es hora de empezar a leer. Si lo hacen como les recomiendo, el viernes por la mañana, sólo falta tener una tacita recién servida de café que, oloroso, es la mejor compañía para esta literatura en miniatura.
Ellos son Ronald Bonilla, reconocido poeta costarricense; Mariluz Suárez Herrera, dramaturga mexicana de larga trayectoria; Sofía Santim, excelente joven poeta panameña; Carlos Fong, narrador, ensayista, hombre dedicado a las letras; y Lisette Lanuza Sáenz, cuentista. Ninguno de ellos requiere introducción salvo esta última: Lisette, de casi 23 años, apenas empieza a publicar cuentos en la revista MAGA y en un volumen colectivo que salió a finales del año pasado. Sin embargo, por la calidad de sus narraciones, puedo decirles que su futuro es muy prometedor.
Si desean saber más de los autores, recuerden que cada texto tiene un enlace a las biografías o si prefiere ver todas las de este número, lo puede hacer [[AQUÍ]].
En fin, es hora de empezar a leer. Si lo hacen como les recomiendo, el viernes por la mañana, sólo falta tener una tacita recién servida de café que, oloroso, es la mejor compañía para esta literatura en miniatura.
JLRP, editor.
3 comentarios:
La noticia es macabra y la realidad MUCHAS VECES, excede y sobrepasa la ficción. Lo hablamos en la Feria con LUCY, JOSÉ LUIS...
Ese mini-texto reclama continuación
Saludos
Me imagino al esposo con suerte (posible título de un cuento)pensando entre nervioso y molesto -Qué pena. Pobres animalitos. -
Lili
Las maravillas de las casualidades y causalidades. Perfecto "timing". Excelente tu comentario J.L. El esposo es una rata, la rata es un esposo. Al esposo lo esposan, la rata muerde a la esposa...
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